No creo que nadie la haya leído ni la vaya a leer pero, como sea (:
"¡No! ¡Ricardo tenía novia! Antes de que me lo dijeran no me di cuenta de que afectaría si la tuviera. ¿Y por qué? Acababa de conocerlo, ¿Qué demonios me importaba a mí si tenía novia o si escondía una iguana en su mochila? Suspiré y sacudí la cabeza sacando mi libro de historia de la mochila. ¡Ojalá los aztecas me despejaran un poco! Durante todo ese bloque le fui totalmente indiferente a Ricardo, que no me hablaba, pero me miraba sonriendo y esperaba que lo mirara (lo que no hice, evidentemente.) En el recreo del almuerzo, esperé a que las chicas fueran a hablarme, me habría puesto demasiado nerviosa de haber ido yo; pero Ricardo se quedó un rato ahí sentado jugando con su Ipod, y vi que tenía música bastante similar a la mía, me mordí la lengua para no darme vuelta a hablarle de eso; hasta que me di cuenta de que me miraba de reojo esperando eso. Fruncí el ceño y saqué mi revista para seguir leyendo.
- - ¡Vaya,
Rolling Stone!- dijo contento. Lo
ignoré.- ¡¿Qué te pasa?!- recién entonces lo miré, con una mirada seria y fría,
escrutando sus tiernos ojitos que me preguntaban.
- -¿Perdón?-
- - ¡En
la mañana estabas de lo más simpática y ahora te empeñas en ignorarme! ¿Es
porque te dije que estabas buena?- dijo de repente cambiando su tono por uno
juguetón. Me volví a poner púrpura.
- -C-claro
que no.- levanté la vista indignada.
- - ¿Ya
no te caigo bien? ¿Te metieron algo en la cabeza?- no le respondí, pero volví a
mirarlo y me perdí en sus infinitos ojos verdes… Después volví a mirar mi
revista y bufé:
- -¿No
deberías estar pasando el tiempo con tu novia?
Podría ponerse celosa.- de repente se partió de risa. Después de al menos dos minutos de sus
eternas carcajadas se quedó jadeando sin parar de reír todavía.- ¿Se puede
saber qué demonios te pasa?- dije sin dejar de fruncir el ceño.
- -¡Estás
celosa!- dijo volviendo a partirse de risa. Lo miré escéptica.
- -¡Ay,
por supuesto! Vieras tú.- volvió a
reírse. Me puse de pie indignada con mi lonchera y me acerqué sin más a donde
Catalina y Marcela almorzaban (Ema se
había ido con Martín).
- - ¿Nos
quieres contar el chiste?- dijo Marcela.
- - Es un
idiota.- refunfuñé.- Cree que estoy celosa.- musité indignada. El almuerzo pasó rápido. Cuando tocaron las
campanadas, entró Ricardo tomado de la mano de una muchacha alta, con la piel
casi nívea, el cabello rizado negro y largo, la cara redonda y la nariz
respingada. Supuse que era Natalia. No me había fijado en ella cuando
entré la primera vez a la sala. De
repente Ricardo me miró con una sonrisa y me volteé con indignación. Cuando volví a darme vuelta lo más
discretamente posible, estaban apoyados en una pared besándose casi
exageradamente, mientras él la estrechaba a sí por la cintura de abeja que ella
tenía, y ella le acariciaba el cabello despeinándolo. Miré hacia otro lado casi
con impaciencia, Catalina y Marcela me miraban con picardía.
- -¿Qué
tanto se podía equivocar Ricardo después de todo?- dijo Catalina riéndose.
- -¿Tienes
novio, Di?- me preguntó Marcela mientras yo fulminada a Catalina con la mirada.
- -Algo
parecido… ¿Y ustedes?-
- -Yo salgo con un chico que vive cerca mío.-
sonrió Catalina.
- - Yo
no.- se encogió de hombros Marcela. Sólo me fui a mi asiento cuando ya había
llegado el profesor de biología y Ricardo no tendría oportunidad de
hablarme. Nos bombardearon hora y media
sin ningún descanso sobre la condenada célula. Cuando por fin sonaron las
cuatro campanadas del final de la jornada, todos se pusieron de pie con
compostura y esperaron a que el profesor se fuera antes de ordenar sus cosas.
- -¿Dónde
vives?- me preguntó Ricardo.
- -¿Qué
te importa?- gruñí sin mirarlo.
- - Si
vivimos cerca podríamos irnos juntos. No te preocupes, a Natalia no le
importa.- dijo con picardía.
- -Vivo
en China, ¿te queda cerca?-
- -Sí,
de camino.- con el ceño fruncido le gruñí un par de indicaciones.
- -¡Hurra,
vivimos cerca!- Sonrió.
- -Disculpa,
Romeo, hoy ándate con Julieta, porque tengo un pequeño compromiso.-
- - ¿Te
vas a juntar con tu novio para decirle que deben terminar por que ahora te
gusto yo?- sonrió con chispa. Estuve a punto de volarle la cara. Por una parte,
le dio en el clavo en que me juntaría con mi novio. Por otra, adivinó que estaba empezando a gustarme. Siempre
me he demorado en tomar confianza o cariño o incluso rencor a la gente, pero
ese día ya quería a cuatro personas que acababa de conocer, y ya odiaba a Natalia.
- -Una
cosa, créeme que soy lo bastante poco femenina como para volarte tu
respingadita nariz de un solo golpe. Y sí, voy a juntarme con mi novio.
¿Celoso?- le sonreí por primera vez desde que me enteré de la existencia de
Natalia. Fui a despedirme de mis nuevas amigas, que también me preguntaron
dónde vivía para acompañarme, y también les dije que me juntaría con Lorenzo.
Cuando iba saliendo de la sala, Ricardo me llamó y me mostró una hoja donde
había escrito un gran “sí” mientras me mandaba un beso por el aire y se quedaba
con su cara de chiste. Le sonreí sarcásticamente y me fui.
Lorenzo iba a ir a buscarme al colegio,
por que los lunes salía más temprano, igual que los viernes. Estaba esperándome afuera del colegio.
Siempre he admitido que era un chico muy guapo. Era un año mayor que yo, tenía
el cabello ondulado y castaño claro, relativamente largo, los ojos cafés, la
piel clara y llena de pecas, y la nariz
pequeña. Era alto y delgado, y caminaba con algo de torpeza. Me acerqué rápido
y nos abrazamos.
-
El
colegio no es lo mismo.- me dijo con tristeza. Le sonreí mientras le tomaba la
mano y empezábamos a caminar hacia un café que había descubierto cerca de mi
nuevo colegio. Sinceramente, me sentí un poco mal al darme cuenta de que no
había extrañado ni a mis amigas ni a él en ningún momento, ni si quiera había
pensado en ellos. Mientras nos
tomábamos un sabroso cappuccino me contó cómo había sido su día sin mí. De
pronto me tomó la mano y me preguntó si lo había extrañado.
- -Obvio.-
le sonreí.
- -¿No
hay ningún muchacho del que deba cuidarme?- me miró inquisitivo. No hice más
que soltar una carcajada.
- -¿Crees
que podría llamar la atención de alguien en un día?- recién entonces lo
recordé. Mientras caminaba de la sala a la salida principal, había analizado
cuidadosamente lo que habría querido decir Ricardo con ese papelito… “Sí”…
¿Estaba celoso? ¿O simplemente seguía coqueteándome?
- - Eres
muy guapa, Di. Y eres simpática. Y alegre.- dijo mientras iba acercándose a
robarme un beso. Siempre hacía eso, pero yo siempre me movía y él no reclamaba.
Lo rehuí y él volvió a sentarse, resignado por primera vez.- ¿Nunca vas a darme
un beso?-
- - Veremos.-
dije soltando una carcajada. Él se rió también.
- - Es
injusto, no puedo enojarme contigo. Pero… ¿Por qué?-
- - No
sé. No estoy lista.- dije encogiéndome de hombros.- Van ser las cinco.
¿Vámonos?- Me fue a dejar a mi casa. – Te quiero.- le dije plantándole un beso
en la mejilla y soltándole la mano.
-
Te
amo.- me dijo mirándome a los ojos con seriedad. Le sonreí nerviosa y corrí a
refugiarme dentro de la casa. Nunca me había dicho que me amaba… Me di cuenta
de que él me quería mucho más de lo que yo a él… De que por eso no le quería
dar un simple beso, sólo lo quería como un amigo muy cercano… Pero me confundía
porque nunca había querido a alguien de otra manera. Entonces me pregunté cómo
no me había dado cuenta antes, qué tenía de distinto ese día… Hice todo lo
posible para no responderme con lo que sabía que era la respuesta correcta. Una
simple palabra… Me llamó Angelina, mi
mejor amiga, con ella fui totalmente sincera, le conté que sinceramente no los
había extrañado, que había hecho nuevas amigas, le conté todas y cada una de
las palabras que había intercambiado con Ricardo, y de lo que me había dado
cuenta cuando Lorenzo me había dicho que me amaba. Ella guardó silencio un
momento.
- - Termina
con Lorenzo.-
- - ¡Le
rompería el corazón! ¡No puedo ser tan egoísta!-
- - Pero
tampoco puedes hacerte la mártir y estar con él por lástima… Mira, espera hasta
mañana, quizás te sientes un poco trastocada por el chico nuevo y punto. Mejor,
hasta la próxima semana, mientras tanto sigue con Lorenzo, pero no le digas que
lo quieres, ni le tomes la mano ni lo abraces, pero conversen. A mi parecer,
sería incluso mejor que no se vieran. Si
de aquí al próximo lunes sientes lo mismo… Lo siento mucho por Lorenzo, pero
creo que sería más cruel de tu parte mentirle.-
- - Supongo… -
Al día siguiente llegué temprano, no había
nadie en la sala. Me senté y empecé a leer cómo cierto doctor viudo de 33 años
conocía a una joven Emma preocupada por la salud de…
- - ¿Qué
lees?- ¡Tenía que ser el primero en llegar! ¡Tenía que ser él!
- - No me
molestes, estoy leyendo.- fruncí el ceño.
- - ¿Perdón?-
recién entonces me di cuenta de que había confundido la voz de Ricardo, levanté
la mirada poniéndome colorada. Era un muchacho, no recordaba su nombre pero lo
había visto el día anterior, alto y tenía los ojos de un abrasador color miel,
su cabello liso caía con cierta gracia sobre su frente ancha y lisa, su cara
era ovalada de piel clarísima llena de pecas.
- - Lo-lo-lo
siento… Yo-yo-yo p-p-pensé que tú-tú-tú eras R-r-r-Ricardo.- dije bajando la
vista otra vez, él se rió.
- - Hola,
me llamo Ignacio.- le sonreí.
- - D-d-d-Diana.-
- - ¿Tan
mal te cayó Ricardo?- me reí.
- - N-no,
sólo que es-es un poquito idio-idiota.-
- - Es mi
hermano.-
- - ¡¿Q-q-qué?!-
cerca de Ricardo tendría que acostumbrarme a los baldes de agua fría.
- - Sí,
Ricardo es mi hermano. ¿No nos parecemos, verdad?-
- - Por
suerte.- nos reímos.
- - ¿Qué
lees?-
- - Madame
Bovary.-
- - ¿Ya conociste
a Rodolfo?-
- - Pensé
que nadie en este colegio conocía más que la historia de Bella y Edward, menos
alguien que tuviera que ver con Ricardo.- se rió. – Oye… ¿por qué no llegan juntos?-
- - Se
quedó dormido y me rehusé a esperarlo. Quería llegar temprano, estoy acá hace
media hora.- sonrió encogiéndose de hombros y miró su reloj.- Te dejo para que
sigas leyendo.- sonrió y salió por la puerta caminando pausadamente. Creo que
si algo no me había imaginado de Ricardo, era que tuviera un hermano como
Ignacio. Ricardo…
- - ¿Me
echabas de menos?- estuve segura de que era él, pero sólo por si acaso, levanté
la vista. Vi el dulce rostro de Ricardo al lado mío con una sonrisa monumental.
- - Vieras
tú.-
- - ¿Cómo
te fue con tu novio? ¿Terminaron? ¿Sigues celosa?- me bombardeó sonriendo.
- - Me
fue perfecto. No, no terminamos, estamos mejor que nunca. Y no estoy celosa de
Natasha.- le mentí con una sonrisa socarrona.
- - Natalia.-
- - Como
sea.-
- - ¿Y no
pensaste en mí mientras besabas a tu novio?-
- - Nunca
nos hemos besado.- cometí el error de decirle antes de darme cuenta de que lo
podría usar en mi contra.
- - ¿En
serio? ¿Cuánto llevan juntos?-
- - Mucho
tiempo.-
- - ¿Cuánto?-
- - ¿Qué
te importa?-
- - Que
si es mucho y nunca se han dado un beso quiere decir dos cosas. Primero, que no
se quieren lo suficiente. Y segundo, que seguramente nunca has dado un beso.-
Le atinó en las dos.
- - ¡¿Q-q-qué
diablos te importa c-cuánto lo quiero o si-si-si he dado un b-be-beso?!-
- - Si no
lo quieres mucho no me demoraré en conquistarte.- dijo pagadísimo de sí.- Y si
nunca has dado un beso yo podría enseñarte cómo se da uno.- estuve a punto de
darle una bofetada. O de... ir yo misma a darle un beso...
- - Eres
un sinvergüenza. ¿Qué hay de Natasha?-
- - Natalia.-
- - Como
quieras.-
- - Mmm…
No sé, no me importa. ¿Eso es un sí?- sonrió sugerente.
- - ¿Me
estás sugiriendo que sea algo así como tu amante?- dije con irónica emoción. –
Por Dios santo, Ricardo, eres un…- no alcancé a terminar… ¿Sobrará decir que no
pude terminar porque de repente tuve su boca pegada a la mía, sus ojos cerrados
frente a los míos y sus manos alrededor de mi cintura? No pude reaccionar más
allá de cerrar los ojos. Era mi primer beso. Y
encima con un chico que tenía novia. Diría que después de al menos un
minuto completo, nos separamos, él me miró con un sonrisa gigante.
- - No
eres muy buena, se nota que no tienes experiencia.- sonrió, lo miré furiosa, le
di una bofetada y pretendí irme, pero en la puerta me encontré con un pasmado
Ignacio.
- - Pídele
a tu hermano que te explique la basura que acabas de ver y después me cuentas
para enterarme qué diablos le pasa ¿Vale?- me fui a caminar por el enorme
colegio. Quedaba alrededor de media hora más para que empezaran las clases.
Caminaba concentrada mirando el piso y manteniendo la cabeza ocupada, traté de
repasar la clase de biología del día anterior, traté de pensar incluso en
fórmulas matemáticas. Suspiré y me decidí a que actuaría como si eso no hubiera
pasado. Después de todo, y bien en el fondo, ¿yo quería eso, no? De repente me encontré con Ema, que venía
llegando de la mano con Martín. Ella nos presentó y lo encontré simpático, pero
preferí no quedarme a tocar el violín con ellos y seguí dando vueltas por el
colegio. Cuando subía las galerías del gimnasio sonaron las cuatro campanadas
del inicio de clases. Caminé perezosa y lentamente en dirección al salón de
clases. Cuando llegué ya había llegado el profesor, era un tipo enorme que
hacía la clase de física. Me miró con el ceño fruncido y me mandó a mi asiento.
Ricardo me sonrió, parecía que también pretendía actuar como si no hubiera
pasado nada. Traté de buscar dónde
estaba Natalia, pero no la encontré. En cambio, vi a Ignacio concentrado en su
cuaderno. - ¿No vino Natasha?-
- - Natalia.-
- - Como
sea.-
- - No,
se fue con su papá a Brasil una semana.- me sonrió sugerente. Le fruncí el ceño
y busqué mi cuaderno metiendo la cabeza completa en la mochila para no verlo.
¡Demonios! O sea que por una semana a él le daría lo mismo que alguien nos viera. Ojalá las del grupo de
Natalia fueran buenas amigas de ella.- Así que tenemos libertad de acción.-
sonrió sin si quiera un asomo de recato.
- - Ojalá
te quedé la cara roja, y si no, ya me encargo yo.- dije a penas saqué la cabeza
de la mochila. Él soltó una carcajada.
- - Eres
encantadora.-
- - No
tienes vergüenza, ¿Cómo puedes ser así?- así muy de repente me plantó un beso
en la mejilla, se puso los audífonos de su Ipod y me dejó hablando sola. Me
puse colorada y sentí que podría asesinarlo para variar. El profesor terminó lo
que estaba haciendo y se puso de pie. Empezó a escribir en la pizarra y todos
nosotros a copiar. De repente Ricardo me extendió un papelito: “¿Quieres que te
dé otro beso?” lo miré y vi que me observaba con su sugerente sonrisa, hice picadillo
el papel sin quitarle los ojos de encima a él, que en vez de desanimarse se rió
y siguió copiando. ¡¿Qué diablos pretendía?! Lo evité durante toda la mañana.
En el almuerzo salió de la sala de la mano de Ana… Tenían perfecta razón con lo
de las prostitutas sociales. En la
clase siguiente me intentó hablar, me volteé indignada.
- - ¿Sigues
enojada por lo del beso?-
- - ¿O
quizás porque aparte de coquetear conmigo andas de la mano con otra?- se partió
de risa otra vez.
- - ¡De
nuevo estás celosa! ¡Eres adorable!-
- - Mátate.-
- - Me
gustas mucho ¿Sabes?-
- - ¿Igual
que Natasha, Ana y todas las demás?- se volvió a reír.
- - Natalia.-
- - Como
sea.-
- - Más
que ellas dos juntas.- dijo tomándome la mano que yo había dejado reposando
sobre mi rodilla. Me puse colorada y no atiné a quitársela, sólo seguí con la
tarea como si simplemente no existiera mi mano izquierda. Al final de la clase
me volvió a hablar, sin soltar mi mano aún.
Notoriamente incómodo, me preguntó- ¿Te vas a juntar con tu novio hoy
día también?-
- - No
que yo sepa.-
- - Entonces…
¿Quieres que nos vayamos juntos?-
- - ¿Importa
que quiera? ¿No vas a seguirme de todas maneras?- soltó una carcajada.
- - Sí,
pero si quieres es más agradable, ¿no crees?- me encogí de hombros, terminé de
arreglar mis cosas y cuando me iba yendo le pregunté:
- - ¿Vas
a venir o pretendes que te espere aquí toda la tarde?- sonrió, tomó sus cosas
con rapidez y me siguió. Mientras caminábamos a la salida conversando tomó mi
mano, pero esa vez supuse que debería decirle algo. – Mi mano.-
- - ¿Qué
tiene?-
- - Tienes
mi mano entre la tuya.-
- - ¿Te
molesta?- me puse colorada.
- - N-no
qui-quise d-d-decir eso. S-sólo q-que es a-a-algo raro… N-n-nos conocemos
d-desde a-a-ayer…- miró nuestras manos entrelazadas y me sonrió encogiéndose de
hombros.
- - ¡A
quién le importa!- De repente, estuve segura de ver a Lorenzo de pie afuera del
colegio buscándome. Solté con brusquedad la mano de Ricardo que se quedó
mirándome perplejo. - ¿Qué pasa?-
- - Está
mi novio. Afuera. Haz como que conversamos como dos personas cualquieras, por
favor. – me miró escéptico. Mientras nos acercábamos cada vez más a donde
estaba él, Ricardo intentaba verlo.
-
- ¿Quién es?-
- - Si me
ayudas a actuar te lo presento.-
- - ¿Qué
opinas del trabajo de física? Podríamos hacer lo de las radios, ¿te parece?-
suspiré aliviada mientras escuchaba que Lorenzo gritaba mi nombre. Cuando me
volteé lo vi mirándome con esa sonrisa enorme que sólo tenía él.
- - ¡Hola!
Qué… Qué raro… Que estés aquí.- me encogí de hombros acercándome,
lamentablemente, Ricardo no se hizo el tonto y me siguió.
- - ¿No
me das un abrazo por venir a buscarte?- solté una carcajada.
- - C-claro.-
dije acercándome a abrazarlo fríamente. – Eh, Lorenzo, él… es Ricardo, un
amigo. Ricardo, él es Lorenzo.-
- - Su
novio.- completó él tomándome la mano con fuerza. Ricardo sonrió dándole la
mano.
- - ¿El novio
que me contaste que nunca habías besado?- dijo casi con alegría mirándolo a los
ojos.
- - ¡¿A
ti que te importa si?!-
- - ¡Oye!
Basta. Lorenzo, nada más fue un comentario, da igual. ¿Nos vamos?- lo
interrumpí. No dejaba de mirar a Ricardo con odio, y él le devolvía una
sonriente y alegre mirada de triunfo.
- - ¿Van
a pasar a algún lado?-
- - ¡¿Y a
ti qué?!-
- - Por
Dios, tranquilízate un rato. No creo, ¿por qué?-
- - Porque
si no van a pasar a ninguna parte quiere decir que vamos hacia el mismo lado y
que podríamos ir juntos.-
- - No me
jodas.- gruñó Lorenzo.
- - Bueno,
ven con nosotros.-
- - ¡¿Qué?!-
me miró recién a los ojos.
- - Anda,
Lorenzo, ¿qué pasa? Es un amigo y vamos en la misma dirección.-
- - Yo
pensaba invitarte un café o algo.-
- - Me
encanta el café cortado.- sonrió Ricardo. No pude evitar reírme.
- - Quizás
otro día, lo siento, pero además tengo que estudiar millones. No me soltó la
mano mientras caminábamos los tres en dirección a mi casa.
- - Ayer
no me contaste si habías hecho amigos.- me dijo con una triste sonrisa.
- - Pero hoy
día nos presentó, es suficiente ¿no?- sonrió Ricardo.
- - A la
próxima que te metas te vuelo la nariz.-
- - Sí,
he hecho algunos amigos. Tres chicas, Ricardo y, relativamente, otro chico.-
- - ¿Qué
otro chico?- se apresuró Ricardo. Yo lo miré con la misma mirada que nos
dirigíamos cuando preguntábamos jugueteando si estábamos celosos, él entendió
el mensaje y ahogó una risa.
- - Tu
hermano.-
- - ¡¿Ignacio?!
No me habías contado.-
- - ¿Debería
haberlo hecho?- le dijo Lorenzo tratando de intervenir un poco en la
conversación.
- - Considerando
que él es mi hermano, y ella es mi…-
- - Amiga.-
completé la frase impaciente. Sabía que el muy infeliz lo hacía a propósito.
Llegamos a la intersección de calles donde nuestros caminos se separaban. Ricardo se despidió de mí dándome un beso
quizás demasiado cerca de la boca, y de Lorenzo con una sonrisa irónica y un
apretón de manos.
- - ¿Te
tiene ganas o qué le pasa?- gruñó con el ceño fruncido. Yo sólo me reí.
- - Tiene
novia.- ¡Como si eso cambiara algo!
- - ¿Lo
conoces mucho?-
- - Lo
suficiente para saber que te estás preocupando demasiado.- le sonreí. Llegamos
a mi casa. – Eh… B-b-bueno…
Q-qui-quieres… E-esto…. ¿Pasar?- me miró sorprendido… Nunca lo había invitado a
mi casa… Pero ese día quería tratar de
convencerme que Ricardo no me importaba. Entramos a la sala de estar. Ese martes mis padres estaban de aniversario
y habían salido el día entero. Nos
sentamos frente a frente y no hicimos nada por mucho rato. –Q-quiero… D-d-d-d-darte
un b-beso.- dije sin mirarlo para que no notara que pensaba que me iba a
arrepentir. Él no dudó un segundo y se acercó a mí con una sonrisa. Me puse de
pie y le eché los brazos al cuello mientras él tomaba mi cintura. Vino ese
típico momento de película en que ambos se van acercando con los ojos cerrados.
Pero en un punto yo no seguí avanzando, y él lo notó.
- - ¿Qué
pasa?-
- - No
puedo hacerte esto.- dije soltándolo y alejándome un poco.
- - ¿Qué
te pasa, Di, por Dios?- dijo casi impaciente.
- - Ha-hay
un chico… que… bueno… m-me gusta… m-mucho… Y… p-pretendía hacer e-esto para… No
sé… c-con-convencerme de que no me importa. Pero… Tengo que ser sincera, me g-gu-gusta
m-más que tú.- lo dije con una tristeza tan sincera que quiero creer que le
dolió menos… Se quedó pensativo un
segundo mirándome con tristeza. Luego se acercó y me abrazó.
- - No me
dejes. Por favor, no me hagas esto. Te quiero, te amo, y lo sabes. No me dejes
por favor.-
- - Te
estaría mintiendo, por Dios.-
- - ¡Lo
conoces hace sólo dos días, Diana!-
- - ¡Y ya
lo quiero más que a ti en toda una vida!- sólo me di cuenta de lo que decía
cuando ya había acabado de decirlo y él me soltó.- Lo-lo siento… E-es sólo que…
P-por favor…-
- - Te
propongo algo.- recién entonces lo miré.
- - Lorenzo,
ya te dije.- me interrumpió:
- - Sigamos
juntos. Sabiendo que te gusta otro. Y… Si a final de año sigues sintiendo lo
mismo por él…- Te dejo hacer lo que quieras.-
- - Lorenzo,
vamos a salir todos perdiendo.-
- - Yo
no, mientras pueda estar cerca de ti y decirte cuando te quiero soy feliz.-
- - Vas a
t-terminar herido y me sentiré c-culpable el resto mi e-existencia.-
- - ¡No
importa! Sólo déjame estar cerca de ti.-
- - Pero…
- qué egoísta sonaba eso.- ¿y si quiero estar con él de aquí a fin de año?-
- - Eres
libre…- admitió triste.- Para meterte con él o cualquier otro.-
- - S-sólo…
No me vayas a buscar todos los días ¿vale?- le sonreí. Me abrazó, me dio un
beso en la frente y salió. Sentí unas
ganas incontenibles de llamar a Ricardo y contarle que era libre, que podíamos estar juntos… Y luego me di cuenta de la
falacia en que estaba pensando… ¡¿Qué tenía en la cabeza?! Él había empezado a
sacarme celos… Yo le pagaría con la misma moneda, pero un poco más indirecto y
punzante.
Llegué al colegio radiante ese miércoles,
quería que todos se dieran cuenta de que estaba
feliz… Bueno, que Ricardo se diera cuenta de que estaba feliz. Llegué quince
minutos antes de que empezara la clase. Ricardo estaba sentado sobre mi mesa
con una sonrisa dulce y un poco maliciosa.
- - ¿Se
puso celoso?- y empezó el juego.
- - Tanto
que no te imaginas que pasó.- le sonreí.
- - Eh…
¿Algo bueno o algo malo?-
- - Nos besamos
por primera vez.- primera jugada. 1 – 0. Su cara se descompuso. - ¿Qué pasa?
¿Acaso esperabas otra cosa?- fingí inocencia. Empuñó las manos y saltó de la
mesa mirándome con furia. Caminó casi trotando a una parte de la sala donde
estaban Rafaela, Ana y Gabriela. Tomó de un brazo a Ana y la acercó a él, me
dirigió una mirada que claramente decía “Tú empezaste, sigamos con el juego.”
La abrazó y la estrechó casi con fuerza a él mientras la besaba salvajemente
con los ojos cerrados y ella se rendía a su encanto respondiendo el beso.
Contrario a todo lo que me habría imaginado, Rafaela y Gabriela se rieron y
después siguieron conversando. Me puse de pie con las manos empuñadas y casi
llorando de rabia. Ricardo soltó a Ana y me miró desafiante justo cuando yo
salía corriendo camino al baño, donde me encerré en un cubículo a llorar… Sí,
suena tan idiota, que casi me da vergüenza, pero lo hice. 1 – 1. Le había
gustado el juego.
- - ¿Diana?-
¡¿Cómo diablos había entrado al baño de mujeres?!
- - ¡Déjame
en paz!- de alguna mágica y despreciable manera adivinó el lugar exacto donde
estaba y empezó a golpear la puerta.
- - Vamos,
ábreme, tenemos que hablar.-
- - ¡Estábamos
hablando cuando te fuiste a besuquear a esa gamberra!-
- - Ábreme,
por favor.- quité el pestillo, iba a salir a darle una bofetada y devolverme a
la sala. Pero a penas quité el pestillo, él abrió la puerta, se metió y la
cerró tras él. Y ahí estábamos los dos encerrados en un metro cuadrado.
- - ¡¿Qué
diablos pretendes?!- le susurré.
- - Quiero
que me cuentes todo lo que hagas con Lorenzo.-
- - ¡¿Qué
te pasa?!- aunque lo hubiera intentado, no habría podido salir, Ricardo estaba
de pie justo delante de la manilla.
- - Que
quiero saber todo lo que hagas con él.- dijo triste.
- - ¡¿Cómo
te atreves a decir soberana imbecilidad con tristeza?! ¡Déjame salir ahora!-
- - Diana,
te quiero.- recién entonces me calmé un poco.
- - Cuando
te lo creas, me lo repites, ¿vale?-
- - Sé
que te va a sonar a cliché, pero me enamoré de ti. Sí, en dos días. Te quiero.
Mucho.- suspiró mientras me tomaba los hombros y se acercaba a darme un beso.
- - Estoy
engañando a Lorenzo.-
- - Y yo
a Natalia.-
- - Pero
yo sí quiero a Lorenzo.-
- - ¿Me
quieres a mí?- estábamos ambos con los ojos cerrados, pero cuando no respondí
los abrió y me repitió la pregunta. Sólo fui capaz de asentir con la cabeza sin
mirarlo a los ojos.
- - ¿Me
prometes que no vas a dejar a tu novio?- me hizo mirarlo a los ojos.
- - ¿No me acabas de decir que me quieres?-
- - Sí.-
- - ¿Y
entonces qué te pasa? ¿Acaso te emociona la idea de que seamos amantes o algo
así?- dije en tono de chiste. Y pretendía
que fuera un chiste. Me dio un beso antes de que pudiera seguir
discutiendo. Me abrazó primero con dulzura y después con fuerza. – Esto es
inmoral.- dije apenas tuve la fuerza de voluntad como para alejarme de sus
melosos labios.
- - ¿Qué
cosa?-
- - ¡Elije
tú primero! Que estemos encerrados en el baño, que ambos tenemos pareja, que
quieras que te prometa que no dejaré a mi novio, que seguro tú tampoco dejarás
a la tuya, o que quieras que te cuente todo lo que hago con Lorenzo. Anda,
escoge.- sonrió con esa maldita sonrisa tan dulce.
- - Te
quiero.-
- - No
voy a contarte todo lo que hago con él.-
- - Te
apuesto a que sí.-
- - ¿Cómo
vamos a salir de aquí sin que nadie se dé cuenta?-
- - Saldré
yo primero. Tú lávate la carita.- dijo secándome una lágrima y dándome un beso
en la frente antes de salir del diminuto espacio. Me quedé un ratito más… Me
quería… Me quería, me quería y me quería… Quería saltar de felicidad… Claro que
no pensé que ese era el principio de un juego
tan enfermizo… Volví a la sala y me senté junto a él, ambos
actuamos como si nada, nos reíamos y conversábamos, sin tocar ningún tema en
particular. Todo el día fue así. Ni si
quiera me volvió a tomar la mano como el día anterior. En la tarde nos íbamos a
ir juntos. Casi inconscientemente tomé su mano mientras caminábamos, él sonrió
y me la apretó. Llegamos rápidamente a
la intersección donde debíamos separarnos. Supuse que habría que tocar el tema.
- - ¿Qué
vamos a hacer?-
- - ¿Ah?-
- - Natasha
vuelve el lunes ¿no?-
- -Natalia.-
- -Como
sea.-
- -¿Qué tiene?-
sonrió con inocencia.
- -¿Pretendes
andar tomados de la mano y todo con ella viéndonos? Si es feo hacerlo a su
espalda es más feo hacerlo en su cara ¿no?- soltó una risita cantarina.
- -Yo me
arreglo con ella. ¿Y Lorenzo?-
- -¿Qué
te importa?- así muy de repente me abrazó.
- -Vas a
contarme todo ¿verdad?-
- -Ni si
quiera te contaré cómo lo saludo.- se rió.
- -No
rompas con él.-
- -Voy a
hacer lo que se me antoje.- me dio un beso. Empecé a notar que lo hacía cuando
discutíamos, y pensé en que probablemente tendría que discutir más… "
Y