martes, 28 de mayo de 2013

·$"!·(/&%)·

Es así como la tercera parte de la historia del año pasado. (:

No creo que nadie la haya leído ni la vaya a leer pero, como sea (:

"¡No!  ¡Ricardo tenía novia! Antes de que me lo dijeran no me di cuenta de que afectaría si la tuviera. ¿Y por qué? Acababa de conocerlo, ¿Qué demonios me importaba a mí si tenía novia o si escondía una iguana en su mochila? Suspiré y sacudí la cabeza sacando mi libro de historia de la mochila. ¡Ojalá los aztecas me despejaran un poco!  Durante todo ese bloque le fui totalmente indiferente a Ricardo, que no me hablaba, pero me miraba sonriendo y esperaba que lo mirara (lo que no hice, evidentemente.)  En el recreo del almuerzo, esperé a que las chicas fueran a hablarme, me habría puesto demasiado nerviosa de haber ido yo; pero Ricardo se quedó un rato ahí sentado jugando con su Ipod, y vi que tenía música bastante similar a la mía, me mordí la lengua para no darme vuelta a hablarle de eso; hasta que me di cuenta de que me miraba de reojo esperando eso.  Fruncí el ceño y saqué mi revista para seguir leyendo.
-        -  ¡Vaya, Rolling Stone!- dijo contento. Lo ignoré.- ¡¿Qué te pasa?!- recién entonces lo miré, con una mirada seria y fría, escrutando sus tiernos ojitos que me preguntaban.
-          -¿Perdón?-
-        -  ¡En la mañana estabas de lo más simpática y ahora te empeñas en ignorarme! ¿Es porque te dije que estabas buena?- dijo de repente cambiando su tono por uno juguetón. Me volví a poner púrpura.
-          -C-claro que no.- levanté la vista indignada.
-        -  ¿Ya no te caigo bien? ¿Te metieron algo en la cabeza?- no le respondí, pero volví a mirarlo y me perdí en sus infinitos ojos verdes… Después volví a mirar mi revista y bufé:
-          -¿No deberías estar pasando el tiempo con tu novia? Podría ponerse celosa.- de repente se partió de risa.  Después de al menos dos minutos de sus eternas carcajadas se quedó jadeando sin parar de reír todavía.- ¿Se puede saber qué demonios te pasa?- dije sin dejar de fruncir el ceño.
-          -¡Estás celosa!- dijo volviendo a partirse de risa. Lo miré escéptica.
-          -¡Ay, por supuesto! Vieras tú.- volvió a reírse. Me puse de pie indignada con mi lonchera y me acerqué sin más a donde Catalina y  Marcela almorzaban (Ema se había ido con Martín).
-          - ¿Nos quieres contar el chiste?- dijo Marcela.
-         - Es un idiota.- refunfuñé.- Cree que estoy celosa.- musité indignada.    El almuerzo pasó rápido. Cuando tocaron las campanadas, entró Ricardo tomado de la mano de una muchacha alta, con la piel casi nívea, el cabello rizado negro y largo, la cara redonda y la nariz respingada. Supuse que era Natalia. No me había fijado en ella cuando entré  la primera vez a la sala. De repente Ricardo me miró con una sonrisa y me volteé con indignación.  Cuando volví a darme vuelta lo más discretamente posible, estaban apoyados en una pared besándose casi exageradamente, mientras él la estrechaba a sí por la cintura de abeja que ella tenía, y ella le acariciaba el cabello despeinándolo. Miré hacia otro lado casi con impaciencia, Catalina y Marcela me miraban con picardía.
-          -¿Qué tanto se podía equivocar Ricardo después de todo?- dijo Catalina riéndose.
-          -¿Tienes novio, Di?- me preguntó Marcela mientras yo fulminada a Catalina con la mirada.
-          -Algo parecido… ¿Y ustedes?-
-          -Yo  salgo con un chico que vive cerca mío.- sonrió Catalina.
-      -    Yo no.- se encogió de hombros Marcela. Sólo me fui a mi asiento cuando ya había llegado el profesor de biología y Ricardo no tendría oportunidad de hablarme.   Nos bombardearon hora y media sin ningún descanso sobre la condenada célula. Cuando por fin sonaron las cuatro campanadas del final de la jornada, todos se pusieron de pie con compostura y esperaron a que el profesor se fuera antes de ordenar sus cosas.
-          -¿Dónde vives?- me preguntó Ricardo.
-          -¿Qué te importa?- gruñí sin mirarlo.
-      -    Si vivimos cerca podríamos irnos juntos. No te preocupes, a Natalia no le importa.- dijo con picardía.
-          -Vivo en China, ¿te queda cerca?-
-          -Sí, de camino.- con el ceño fruncido le gruñí un par de indicaciones.
-          -¡Hurra, vivimos cerca!- Sonrió.
-          -Disculpa, Romeo, hoy ándate con Julieta, porque tengo un pequeño compromiso.-
-         - ¿Te vas a juntar con tu novio para decirle que deben terminar por que ahora te gusto yo?- sonrió con chispa. Estuve a punto de volarle la cara. Por una parte, le dio en el clavo en que me juntaría con mi novio. Por otra, adivinó que estaba empezando a gustarme. Siempre me he demorado en tomar confianza o cariño o incluso rencor a la gente, pero ese día ya quería a cuatro personas que acababa de conocer, y ya odiaba a Natalia.
-          -Una cosa, créeme que soy lo bastante poco femenina como para volarte tu respingadita nariz de un solo golpe. Y sí, voy a juntarme con mi novio. ¿Celoso?- le sonreí por primera vez desde que me enteré de la existencia de Natalia. Fui a despedirme de mis nuevas amigas, que también me preguntaron dónde vivía para acompañarme, y también les dije que me juntaría con Lorenzo. Cuando iba saliendo de la sala, Ricardo me llamó y me mostró una hoja donde había escrito un gran “sí” mientras me mandaba un beso por el aire y se quedaba con su cara de chiste. Le sonreí sarcásticamente y me fui.

Lorenzo iba a ir a buscarme al colegio, por que los lunes salía más temprano, igual que los viernes.  Estaba esperándome afuera del colegio. Siempre he admitido que era un chico muy guapo. Era un año mayor que yo, tenía el cabello ondulado y castaño claro, relativamente largo, los ojos cafés, la piel clara y llena de pecas, y  la nariz pequeña. Era alto y delgado, y caminaba con algo de torpeza. Me acerqué rápido y nos abrazamos.
-          El colegio no es lo mismo.- me dijo con tristeza. Le sonreí mientras le tomaba la mano y empezábamos a caminar hacia un café que había descubierto cerca de mi nuevo colegio. Sinceramente, me sentí un poco mal al darme cuenta de que no había extrañado ni a mis amigas ni a él en ningún momento, ni si quiera había pensado en ellos.   Mientras nos tomábamos un sabroso cappuccino me contó cómo había sido su día sin mí. De pronto me tomó la mano y me preguntó si lo había extrañado.
-          -Obvio.- le sonreí.
-          -¿No hay ningún muchacho del que deba cuidarme?- me miró inquisitivo. No hice más que soltar una carcajada.
-          -¿Crees que podría llamar la atención de alguien en un día?- recién entonces lo recordé. Mientras caminaba de la sala a la salida principal, había analizado cuidadosamente lo que habría querido decir Ricardo con ese papelito… “Sí”… ¿Estaba celoso? ¿O simplemente seguía coqueteándome?
-          - Eres muy guapa, Di. Y eres simpática. Y alegre.- dijo mientras iba acercándose a robarme un beso. Siempre hacía eso, pero yo siempre me movía y él no reclamaba. Lo rehuí y él volvió a sentarse, resignado por primera vez.- ¿Nunca vas a darme un beso?-
-         - Veremos.- dije soltando una carcajada. Él se rió también.
-          - Es injusto, no puedo enojarme contigo. Pero… ¿Por qué?-
-        -   No sé. No estoy lista.- dije encogiéndome de hombros.- Van ser las cinco. ¿Vámonos?- Me fue a dejar a mi casa. – Te quiero.- le dije plantándole un beso en la mejilla y soltándole la mano. 
-          Te amo.- me dijo mirándome a los ojos con seriedad. Le sonreí nerviosa y corrí a refugiarme dentro de la casa. Nunca me había dicho que me amaba… Me di cuenta de que él me quería mucho más de lo que yo a él… De que por eso no le quería dar un simple beso, sólo lo quería como un amigo muy cercano… Pero me confundía porque nunca había querido a alguien de otra manera. Entonces me pregunté cómo no me había dado cuenta antes, qué tenía de distinto ese día… Hice todo lo posible para no responderme con lo que sabía que era la respuesta correcta. Una simple palabra…   Me llamó Angelina, mi mejor amiga, con ella fui totalmente sincera, le conté que sinceramente no los había extrañado, que había hecho nuevas amigas, le conté todas y cada una de las palabras que había intercambiado con Ricardo, y de lo que me había dado cuenta cuando Lorenzo me había dicho que me amaba. Ella guardó silencio un momento.
-         -  Termina con Lorenzo.-
-          - ¡Le rompería el corazón! ¡No puedo ser tan egoísta!-
-         -  Pero tampoco puedes hacerte la mártir y estar con él por lástima… Mira, espera hasta mañana, quizás te sientes un poco trastocada por el chico nuevo y punto. Mejor, hasta la próxima semana, mientras tanto sigue con Lorenzo, pero no le digas que lo quieres, ni le tomes la mano ni lo abraces, pero conversen. A mi parecer, sería incluso mejor que no se vieran.  Si de aquí al próximo lunes sientes lo mismo… Lo siento mucho por Lorenzo, pero creo que sería más cruel de tu parte mentirle.-
-          - Supongo… -

Al día siguiente llegué temprano, no había nadie en la sala. Me senté y empecé a leer cómo cierto doctor viudo de 33 años conocía a una joven Emma preocupada por la salud de…
-        -   ¿Qué lees?- ¡Tenía que ser el primero en llegar! ¡Tenía que ser él!
-          - No me molestes, estoy leyendo.- fruncí el ceño.
-       -    ¿Perdón?- recién entonces me di cuenta de que había confundido la voz de Ricardo, levanté la mirada poniéndome colorada. Era un muchacho, no recordaba su nombre pero lo había visto el día anterior, alto y tenía los ojos de un abrasador color miel, su cabello liso caía con cierta gracia sobre su frente ancha y lisa, su cara era ovalada de piel clarísima llena de pecas.
-          - Lo-lo-lo siento… Yo-yo-yo p-p-pensé que tú-tú-tú eras R-r-r-Ricardo.- dije bajando la vista otra vez, él se rió.
-          - Hola, me llamo Ignacio.- le sonreí.
-          - D-d-d-Diana.-
-          - ¿Tan mal te cayó Ricardo?- me reí.
-          - N-no, sólo que es-es un poquito  idio-idiota.-
-          - Es mi hermano.-
-          - ¡¿Q-q-qué?!- cerca de Ricardo tendría que acostumbrarme a los baldes de agua fría.
-          - Sí, Ricardo es mi hermano. ¿No nos parecemos, verdad?-
-          - Por suerte.- nos reímos.
-          - ¿Qué lees?-
-          - Madame Bovary.-
-          - ¿Ya conociste a Rodolfo?-
-          - Pensé que nadie en este colegio conocía más que la historia de Bella y Edward, menos alguien que tuviera que ver con Ricardo.- se rió. – Oye…  ¿por qué no llegan juntos?-
-          - Se quedó dormido y me rehusé a esperarlo. Quería llegar temprano, estoy acá hace media hora.- sonrió encogiéndose de hombros y miró su reloj.- Te dejo para que sigas leyendo.- sonrió y salió por la puerta caminando pausadamente. Creo que si algo no me había imaginado de Ricardo, era que tuviera un hermano como Ignacio. Ricardo…
-          - ¿Me echabas de menos?- estuve segura de que era él, pero sólo por si acaso, levanté la vista. Vi el dulce rostro de Ricardo al lado mío con una sonrisa monumental.
-         -  Vieras tú.-
-          - ¿Cómo te fue con tu novio? ¿Terminaron? ¿Sigues celosa?- me bombardeó sonriendo.
-         -  Me fue perfecto. No, no terminamos, estamos mejor que nunca. Y no estoy celosa de Natasha.- le mentí con una sonrisa socarrona.
-         -  Natalia.-
-          - Como sea.-
-          - ¿Y no pensaste en mí mientras besabas a tu novio?-
-          - Nunca nos hemos besado.- cometí el error de decirle antes de darme cuenta de que lo podría usar en mi contra.
-          - ¿En serio? ¿Cuánto llevan juntos?-
-          - Mucho tiempo.-
-          - ¿Cuánto?-
-          - ¿Qué te importa?-
-          - Que si es mucho y nunca se han dado un beso quiere decir dos cosas. Primero, que no se quieren lo suficiente. Y segundo, que seguramente nunca has dado un beso.- Le atinó en las dos.
-          - ¡¿Q-q-qué diablos te importa c-cuánto lo quiero o si-si-si he dado un b-be-beso?!-
-         -  Si no lo quieres mucho no me demoraré en conquistarte.- dijo pagadísimo de sí.- Y si nunca has dado un beso yo podría enseñarte cómo se da uno.- estuve a punto de darle una bofetada. O de... ir yo misma a darle un beso...
-          - Eres un sinvergüenza. ¿Qué hay de Natasha?-
-          - Natalia.-
-          - Como quieras.-
-          - Mmm… No sé, no me importa. ¿Eso es un sí?- sonrió sugerente.
-          - ¿Me estás sugiriendo que sea algo así como tu amante?- dije con irónica emoción. – Por Dios santo, Ricardo, eres un…- no alcancé a terminar… ¿Sobrará decir que no pude terminar porque de repente tuve su boca pegada a la mía, sus ojos cerrados frente a los míos y sus manos alrededor de mi cintura? No pude reaccionar más allá de cerrar los ojos. Era mi primer beso. Y  encima con un chico que tenía novia. Diría que después de al menos un minuto completo, nos separamos, él me miró con un sonrisa gigante.
-          - No eres muy buena, se nota que no tienes experiencia.- sonrió, lo miré furiosa, le di una bofetada y pretendí irme, pero en la puerta me encontré con un pasmado Ignacio.
-       -    Pídele a tu hermano que te explique la basura que acabas de ver y después me cuentas para enterarme qué diablos le pasa ¿Vale?- me fui a caminar por el enorme colegio. Quedaba alrededor de media hora más para que empezaran las clases. Caminaba concentrada mirando el piso y manteniendo la cabeza ocupada, traté de repasar la clase de biología del día anterior, traté de pensar incluso en fórmulas matemáticas. Suspiré y me decidí a que actuaría como si eso no hubiera pasado. Después de todo, y bien en el fondo, ¿yo quería eso, no?  De repente me encontré con Ema, que venía llegando de la mano con Martín. Ella nos presentó y lo encontré simpático, pero preferí no quedarme a tocar el violín con ellos y seguí dando vueltas por el colegio. Cuando subía las galerías del gimnasio sonaron las cuatro campanadas del inicio de clases. Caminé perezosa y lentamente en dirección al salón de clases. Cuando llegué ya había llegado el profesor, era un tipo enorme que hacía la clase de física. Me miró con el ceño fruncido y me mandó a mi asiento. Ricardo me sonrió, parecía que también pretendía actuar como si no hubiera pasado nada.  Traté de buscar dónde estaba Natalia, pero no la encontré. En cambio, vi a Ignacio concentrado en su cuaderno.  - ¿No vino Natasha?-
-         -  Natalia.-
-          - Como sea.-
-         -  No, se fue con su papá a Brasil una semana.- me sonrió sugerente. Le fruncí el ceño y busqué mi cuaderno metiendo la cabeza completa en la mochila para no verlo. ¡Demonios! O sea que por una semana a él le daría lo mismo que alguien nos viera. Ojalá las del grupo de Natalia fueran buenas amigas de ella.- Así que tenemos libertad de acción.- sonrió sin si quiera un asomo de recato.
-          - Ojalá te quedé la cara roja, y si no, ya me encargo yo.- dije a penas saqué la cabeza de la mochila. Él soltó una carcajada.
-       -    Eres encantadora.-
-         -  No tienes vergüenza, ¿Cómo puedes ser así?- así muy de repente me plantó un beso en la mejilla, se puso los audífonos de su Ipod y me dejó hablando sola. Me puse colorada y sentí que podría asesinarlo para variar. El profesor terminó lo que estaba haciendo y se puso de pie. Empezó a escribir en la pizarra y todos nosotros a copiar. De repente Ricardo me extendió un papelito: “¿Quieres que te dé otro beso?” lo miré y vi que me observaba con su sugerente sonrisa, hice picadillo el papel sin quitarle los ojos de encima a él, que en vez de desanimarse se rió y siguió copiando. ¡¿Qué diablos pretendía?! Lo evité durante toda la mañana. En el almuerzo salió de la sala de la mano de Ana… Tenían perfecta razón con lo de las prostitutas sociales.   En la clase siguiente me intentó hablar, me volteé indignada.
-          - ¿Sigues enojada por lo del beso?-
-          - ¿O quizás porque aparte de coquetear conmigo andas de la mano con otra?- se partió de risa otra vez.
-         -  ¡De nuevo estás celosa! ¡Eres adorable!-
-          - Mátate.-
-          - Me gustas mucho ¿Sabes?-
-          - ¿Igual que Natasha, Ana y todas las demás?- se volvió a reír.
-          - Natalia.-
-          - Como sea.-
-          - Más que ellas dos juntas.- dijo tomándome la mano que yo había dejado reposando sobre mi rodilla. Me puse colorada y no atiné a quitársela, sólo seguí con la tarea como si simplemente no existiera mi mano izquierda. Al final de la clase me volvió a hablar, sin soltar mi mano aún.  Notoriamente incómodo, me preguntó- ¿Te vas a juntar con tu novio hoy día también?-
-         -  No que yo sepa.-
-          - Entonces… ¿Quieres que nos vayamos juntos?-
-          - ¿Importa que quiera? ¿No vas a seguirme de todas maneras?- soltó una carcajada.
-         -  Sí, pero si quieres es más agradable, ¿no crees?- me encogí de hombros, terminé de arreglar mis cosas y cuando me iba yendo le pregunté:
-          - ¿Vas a venir o pretendes que te espere aquí toda la tarde?- sonrió, tomó sus cosas con rapidez y me siguió. Mientras caminábamos a la salida conversando tomó mi mano, pero esa vez supuse que debería decirle algo. – Mi mano.-
-          - ¿Qué tiene?-
-          - Tienes mi mano entre la tuya.-
-          - ¿Te molesta?- me puse colorada.
-        -   N-no qui-quise d-d-decir eso. S-sólo q-que es a-a-algo raro… N-n-nos conocemos d-desde a-a-ayer…- miró nuestras manos entrelazadas y me sonrió encogiéndose de hombros.
-      -  ¡A quién le importa!- De repente, estuve segura de ver a Lorenzo de pie afuera del colegio buscándome. Solté con brusquedad la mano de Ricardo que se quedó mirándome perplejo. - ¿Qué pasa?-
-          - Está mi novio. Afuera. Haz como que conversamos como dos personas cualquieras, por favor. – me miró escéptico. Mientras nos acercábamos cada vez más a donde estaba él, Ricardo intentaba verlo.
-           - ¿Quién es?-
-          - Si me ayudas a actuar te lo presento.-
-          - ¿Qué opinas del trabajo de física? Podríamos hacer lo de las radios, ¿te parece?- suspiré aliviada mientras escuchaba que Lorenzo gritaba mi nombre. Cuando me volteé lo vi mirándome con esa sonrisa enorme que sólo tenía él.
-          - ¡Hola! Qué… Qué raro… Que estés aquí.- me encogí de hombros acercándome, lamentablemente, Ricardo no se hizo el tonto y me siguió.
-        -   ¿No me das un abrazo por venir a buscarte?- solté una carcajada.
-      -     C-claro.- dije acercándome a abrazarlo fríamente. – Eh, Lorenzo, él… es Ricardo, un amigo. Ricardo, él es Lorenzo.-
-          - Su novio.- completó él tomándome la mano con fuerza. Ricardo sonrió dándole la mano.
-          - ¿El novio que me contaste que nunca habías besado?- dijo casi con alegría mirándolo a los ojos.
-          - ¡¿A ti que te importa si?!-
-       -   ¡Oye! Basta. Lorenzo, nada más fue un comentario, da igual. ¿Nos vamos?- lo interrumpí. No dejaba de mirar a Ricardo con odio, y él le devolvía una sonriente y alegre mirada de triunfo.
-          - ¿Van a pasar a algún lado?-
-          - ¡¿Y a ti qué?!-
-          - Por Dios, tranquilízate un rato. No creo, ¿por qué?-
-       -   Porque si no van a pasar a ninguna parte quiere decir que vamos hacia el mismo lado y que podríamos ir juntos.-
-          - No me jodas.- gruñó Lorenzo.
-          - Bueno, ven con nosotros.-
-          - ¡¿Qué?!- me miró recién a los ojos.
-          - Anda, Lorenzo, ¿qué pasa? Es un amigo y vamos en la misma dirección.-
-          - Yo pensaba invitarte un café o algo.-
-          - Me encanta el café cortado.- sonrió Ricardo. No pude evitar reírme.
-          - Quizás otro día, lo siento, pero además tengo que estudiar millones. No me soltó la mano mientras caminábamos los tres en dirección a mi casa.
-         -  Ayer no me contaste si habías hecho amigos.- me dijo con una triste sonrisa.
-          - Pero hoy día nos presentó, es suficiente ¿no?- sonrió Ricardo.
-          - A la próxima que te metas te vuelo la nariz.-
-          - Sí, he hecho algunos amigos. Tres chicas, Ricardo y, relativamente, otro chico.-
-          - ¿Qué otro chico?- se apresuró Ricardo. Yo lo miré con la misma mirada que nos dirigíamos cuando preguntábamos jugueteando si estábamos celosos, él entendió el mensaje y ahogó una risa.
-          - Tu hermano.-
-          - ¡¿Ignacio?! No me habías contado.-
-          - ¿Debería haberlo hecho?- le dijo Lorenzo tratando de intervenir un poco en la conversación.
-          - Considerando que él es mi hermano, y ella es mi…-
-         - Amiga.- completé la frase impaciente. Sabía que el muy infeliz lo hacía a propósito. Llegamos a la intersección de calles donde nuestros caminos se separaban.  Ricardo se despidió de mí dándome un beso quizás demasiado cerca de la boca, y de Lorenzo con una sonrisa irónica y un apretón de manos.
-          - ¿Te tiene ganas o qué le pasa?- gruñó con el ceño fruncido. Yo sólo me reí.
-          - Tiene novia.- ¡Como si eso cambiara algo!
-          - ¿Lo conoces mucho?-
-         - Lo suficiente para saber que te estás preocupando demasiado.- le sonreí. Llegamos a mi casa.  – Eh… B-b-bueno… Q-qui-quieres… E-esto…. ¿Pasar?- me miró sorprendido… Nunca lo había invitado a mi casa…  Pero ese día quería tratar de convencerme que Ricardo no me importaba. Entramos a la sala de estar.   Ese martes mis padres estaban de aniversario y habían salido el día entero.  Nos sentamos frente a frente y no hicimos nada por mucho rato. –Q-quiero… D-d-d-d-darte un b-beso.- dije sin mirarlo para que no notara que pensaba que me iba a arrepentir. Él no dudó un segundo y se acercó a mí con una sonrisa. Me puse de pie y le eché los brazos al cuello mientras él tomaba mi cintura. Vino ese típico momento de película en que ambos se van acercando con los ojos cerrados. Pero en un punto yo no seguí avanzando, y él lo notó.
-       -   ¿Qué pasa?-
-        -  No puedo hacerte esto.- dije soltándolo y alejándome un poco.
-       -   ¿Qué te pasa, Di, por Dios?- dijo casi impaciente.
-      -    Ha-hay un chico… que… bueno… m-me gusta… m-mucho… Y… p-pretendía hacer e-esto para… No sé… c-con-convencerme de que no me importa. Pero… Tengo que ser sincera, me g-gu-gusta m-más que tú.- lo dije con una tristeza tan sincera que quiero creer que le dolió menos…  Se quedó pensativo un segundo mirándome con tristeza. Luego se acercó y me abrazó.
-         - No me dejes. Por favor, no me hagas esto. Te quiero, te amo, y lo sabes. No me dejes por favor.-
-      -    Te estaría mintiendo, por Dios.-
-       -   ¡Lo conoces hace sólo dos días, Diana!-
-      -    ¡Y ya lo quiero más que a ti en toda una vida!- sólo me di cuenta de lo que decía cuando ya había acabado de decirlo y él me soltó.- Lo-lo siento… E-es sólo que… P-por favor…-
-        -  Te propongo algo.- recién entonces lo miré.
-         - Lorenzo, ya te dije.- me interrumpió:
-         - Sigamos juntos. Sabiendo que te gusta otro. Y… Si a final de año sigues sintiendo lo mismo por él…- Te dejo hacer lo que quieras.-
-       -   Lorenzo, vamos a salir todos perdiendo.-
-        -  Yo no, mientras pueda estar cerca de ti y decirte cuando te quiero soy feliz.-
-      -    Vas a t-terminar herido y me sentiré c-culpable el resto mi e-existencia.-
-       -   ¡No importa! Sólo déjame estar cerca de ti.-
-     -     Pero… - qué egoísta sonaba eso.- ¿y si quiero estar con él de aquí a fin de año?-
-      -    Eres libre…- admitió triste.- Para meterte con él o cualquier otro.-
-     -     S-sólo… No me vayas a buscar todos los días ¿vale?- le sonreí. Me abrazó, me dio un beso en la frente y salió.  Sentí unas ganas incontenibles de llamar a Ricardo y contarle que era libre, que podíamos estar juntos… Y luego me di cuenta de la falacia en que estaba pensando… ¡¿Qué tenía en la cabeza?! Él había empezado a sacarme celos… Yo le pagaría con la misma moneda, pero un poco más indirecto y punzante.

Llegué al colegio radiante ese miércoles, quería que todos se dieran cuenta de que estaba feliz… Bueno, que Ricardo se diera cuenta de que estaba feliz.   Llegué quince minutos antes de que empezara la clase. Ricardo estaba sentado sobre mi mesa con una sonrisa dulce y un poco maliciosa.
-       -   ¿Se puso celoso?- y empezó el juego.
-        -  Tanto que no te imaginas que pasó.- le sonreí.
-         - Eh… ¿Algo bueno o algo malo?-
-     -     Nos besamos por primera vez.- primera jugada. 1 – 0. Su cara se descompuso. - ¿Qué pasa? ¿Acaso esperabas otra cosa?- fingí inocencia. Empuñó las manos y saltó de la mesa mirándome con furia. Caminó casi trotando a una parte de la sala donde estaban Rafaela, Ana y Gabriela. Tomó de un brazo a Ana y la acercó a él, me dirigió una mirada que claramente decía “Tú empezaste, sigamos con el juego.” La abrazó y la estrechó casi con fuerza a él mientras la besaba salvajemente con los ojos cerrados y ella se rendía a su encanto respondiendo el beso. Contrario a todo lo que me habría imaginado, Rafaela y Gabriela se rieron y después siguieron conversando. Me puse de pie con las manos empuñadas y casi llorando de rabia. Ricardo soltó a Ana y me miró desafiante justo cuando yo salía corriendo camino al baño, donde me encerré en un cubículo a llorar… Sí, suena tan idiota, que casi me da vergüenza, pero lo hice. 1 – 1. Le había gustado el juego.
-     -     ¿Diana?- ¡¿Cómo diablos había entrado al baño de mujeres?!
-     -     ¡Déjame en paz!- de alguna mágica y despreciable manera adivinó el lugar exacto donde estaba y empezó a golpear la puerta.
-       -   Vamos, ábreme, tenemos que hablar.-
-        -  ¡Estábamos hablando cuando te fuiste a besuquear a esa gamberra!-
-        -  Ábreme, por favor.- quité el pestillo, iba a salir a darle una bofetada y devolverme a la sala. Pero a penas quité el pestillo, él abrió la puerta, se metió y la cerró tras él. Y ahí estábamos los dos encerrados en un metro cuadrado.
-       -   ¡¿Qué diablos pretendes?!- le susurré.
-        -  Quiero que me cuentes todo lo que hagas con Lorenzo.-
-     -     ¡¿Qué te pasa?!- aunque lo hubiera intentado, no habría podido salir, Ricardo estaba de pie justo delante de la manilla.
-       -   Que quiero saber todo lo que hagas con él.- dijo triste.
-        -  ¡¿Cómo te atreves a decir soberana imbecilidad con tristeza?! ¡Déjame salir ahora!-
-      -    Diana, te quiero.- recién entonces me calmé un poco.
-       -   Cuando te lo creas, me lo repites, ¿vale?-
-      -    Sé que te va a sonar a cliché, pero me enamoré de ti. Sí, en dos días. Te quiero. Mucho.- suspiró mientras me tomaba los hombros y se acercaba a darme un beso.
-      -    Estoy engañando a Lorenzo.-
-       -   Y yo a Natalia.-
-        -  Pero yo sí quiero a Lorenzo.-
-      -    ¿Me quieres a mí?- estábamos ambos con los ojos cerrados, pero cuando no respondí los abrió y me repitió la pregunta. Sólo fui capaz de asentir con la cabeza sin mirarlo a los ojos.
-        -  ¿Me prometes que no vas a dejar a tu novio?- me hizo mirarlo a los ojos.
-     -     ¿No me acabas de decir que me quieres?-
-      -    Sí.-
-     -     ¿Y entonces qué te pasa? ¿Acaso te emociona la idea de que seamos amantes o algo así?- dije en tono de chiste. Y pretendía que fuera un chiste. Me dio un beso antes de que pudiera seguir discutiendo. Me abrazó primero con dulzura y después con fuerza. – Esto es inmoral.- dije apenas tuve la fuerza de voluntad como para alejarme de sus melosos labios.
-       -   ¿Qué cosa?-
-      -    ¡Elije tú primero! Que estemos encerrados en el baño, que ambos tenemos pareja, que quieras que te prometa que no dejaré a mi novio, que seguro tú tampoco dejarás a la tuya, o que quieras que te cuente todo lo que hago con Lorenzo. Anda, escoge.- sonrió con esa maldita sonrisa tan dulce.
-        -  Te quiero.-
-       -   No voy a contarte todo lo que hago con él.-
-      -    Te apuesto a que sí.-
-       -   ¿Cómo vamos a salir de aquí sin que nadie se dé cuenta?-
-        -  Saldré yo primero. Tú lávate la carita.- dijo secándome una lágrima y dándome un beso en la frente antes de salir del diminuto espacio. Me quedé un ratito más… Me quería… Me quería, me quería y me quería… Quería saltar de felicidad… Claro que no pensé que ese era el principio de un juego tan enfermizo…    Volví a la sala y me senté junto a él, ambos actuamos como si nada, nos reíamos y conversábamos, sin tocar ningún tema en particular.  Todo el día fue así. Ni si quiera me volvió a tomar la mano como el día anterior. En la tarde nos íbamos a ir juntos. Casi inconscientemente tomé su mano mientras caminábamos, él sonrió y me la apretó.  Llegamos rápidamente a la intersección donde debíamos separarnos. Supuse que habría que tocar el tema.
-         -  ¿Qué vamos a hacer?-
-          - ¿Ah?-
-        -  Natasha vuelve el lunes ¿no?-
-          -Natalia.-
-          -Como sea.-
-          -¿Qué tiene?- sonrió con inocencia.
-          -¿Pretendes andar tomados de la mano y todo con ella viéndonos? Si es feo hacerlo a su espalda es más feo hacerlo en su cara ¿no?- soltó una risita cantarina.
-          -Yo me arreglo con ella. ¿Y Lorenzo?-
-          -¿Qué te importa?- así muy de repente me abrazó.
-          -Vas a contarme todo ¿verdad?-
-          -Ni si quiera te contaré cómo lo saludo.- se rió.
-          -No rompas con él.-
-          -Voy a hacer lo que se me antoje.- me dio un beso. Empecé a notar que lo hacía cuando discutíamos, y pensé en que probablemente tendría que discutir más… "

Y  

viernes, 9 de noviembre de 2012

"2da parte"?

Perdón si alguien se quedó esperando la segunda parte porque dije que iba a subir un pedacito cada dos semanas... Sé que me demoré un mes, lo siento.   Pero como forma de redención, si a alguien le interesa, voy a subir la parte siguiente en menos de un mes :P Y... esta ""entrega"" va a ser más larga, pasan menos cosas, pero así se llega más rápido a la parte interesante (:

"-          Soy Ricardo.- sonrió el chico mirándome con ternura.
-       -    Ho-Hola. Me-me llamo Diana.-
-          - Ya me di cuenta.- dijo soltando una carcajada que me hizo ponerme más roja.- ¿Eres tartamuda… Diana?- dijo mi nombre lentamente, como saboreando cada letra.
-         -  N-no.-traté de reírme.- Só-sólo cuando me pongo nerviosa. Y t-tener sesenta ojos f-fijos en ti es un poco… eh… “intimidante” p-por decirlo.-
-          - Yo tengo sólo dos, ¿también te pongo nerviosa?- Pensé que no era posible llegar a estar de color púrpura, en ese momento me di cuenta de que sí lo era.
-        -   No-no-no. Lo- lo que pa-pa.- apenas me di cuenta de que no podría hilar más de tres letras, me resigné a dejar que pensara lo que quisiera.  Él soltó una carcajada más mientras me miraba con dulzura. Y no pude dejar que pensara cualquier cosa. Tomé rápidamente un cuaderno de mi mochila, garabatee lo que pretendía decir y se lo mostré. Él se rió. Era tan lindo. Sus ojos se veían tan como limpios, de un color tan puro.
-        -   Y… ¿Te gusta el colegio?- sonreí encogiéndome de hombros.- ¿Y el curso?- puse los ojos en blanco y rogué para poder hablar.
-      -     M-más o menos.  Todas las chicas t-tienen cara de tener cerebrito de m-maní, y todos los hombres de p-pelota.- se rió.
-        -  Eres simpática. Me caes bien.- sonrió.
-          - Gracias. T-también me caes bien hasta a-ahora.-
-      -     Espero tener el honor de seguir haciéndolo.- sonrió con cara de chiste antes de ponerse de pie e ir donde conversaba el muchacho con el que estaba adelante y otros dos del grupo que conversaba temprano.    Saqué mi Ipod y me distraje maravillosamente con las canciones de Bad Religion. Apenas me di cuenta cuando la profesora salía de la sala, y entraba otra, no mediría más de metro sesenta, tenía cabello castaño corto, gafas enormes y ojos de búho.   De repente Ricardo estaba otra vez sentado al lado mío, sacando un cuaderno con el logo de Barcelona FC. De pronto dejó su mano quieta sobre la mesa y se volteó a decirle algo a alguien, examiné cuidadosamente con la vista su delicada y visiblemente suave mano. De pronto vi que me estaba mirando con seriedad, me sonrojé y le sonreí fugazmente antes de dedicarme a buscar mi cuaderno. Todo el curso trabajaba en silencio, pero como varios estaban con audífonos, yo también me los dejé.  No habíamos vuelto a cruzar palabra, hasta poco antes de que terminara la hora. Me sacó un audífono de un tirón y se quedó mirándome.
-         -  Eh… ¿Perdón?-
-          - ¿Qué música escuchas?-
-        -   Eh… Bueno… Mi banda favorita es Bad Religion.- vi una sombra de incredulidad en sus diminutos ojos.- También me gusta The Killers, y The Strokes, y The Beatles, y Guns ‘s’ Roses, y The Ramones- sonreí mientras decía todo eso con rapidez.
-       -   Vaya, ya se te olvidó lo tartamuda.- se rió.- Escuchas buena música, quizás demasiado… ¿No me estás mintiendo?-
-       -   ¿Qué diablos ganaría mintiéndole sobre la música que escucho a alguien que conozco hace menos de dos horas?-
-       -    Mmm… Entonces si reviso tu Ipod encontraré todo lo que me dijiste.-
-       -    Y mucho más.- refunfuñé indignada. Me puse el audífono e iba a volver a trabajar, pero de alguna forma noté que me estaba mirando. Me lo quité sin mirarlo y saqué mi Ipod del bolsillo con lentitud mientras despotricaba en contra de mi nula fuerza de voluntad. Lo recibió con una sonrisa y se puso a juguetear mientras se impresionaba un poco más con cada cosa que veía. Después de un rato me miró.
-       -    Me sorprendes.- sonrió.
-      -     ¡¿Cómo te atreves a subestimarme?!- dije con exageradamente actuada indignación. Él soltó una carcajada y me devolvió mi aparatito.
-       --    Ahora me siento casi orgulloso de caerte bien.- fruncí el ceño y traté de concentrarme otro poco en las malditas funciones de X.   De pronto fue recreo, saqué una revista de mi mochila y me puse a hojearla lentamente mientras me comía una manzana. Ricardo se había ido, pero ahora estaba de nuevo al lado mío mirándome expectante. Lo miré con el ceño fruncido.
-       -  ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?- soltó una carcajada.
-       -  ¿Qué revista es?-
-       -   ¿Qué afán tienes por saber qué me gusta?-
- Es para saber si todo lo que te gusta está tan bueno como tú.- dijo encogiéndose de hombros y saltando de la mesa donde se había sentado al tiempo que yo volvía a ponerme púrpura. Guardé mi revista Rolling Stone debajo de la mesa y me concentré un rato en mi manzana.  Llegaron tres niñas con sonrisas gigantes que me saludaron eufóricamente.
-     -     Hola, Di. ¿Podemos llamarte Di?- dijo una que tenía el cabello ondulado castaño y largo, los ojos claros y la piel olivácea. Sonreí y me encogí de hombros. Se rió. – Yo soy Cata. Ella es Ema.- señaló a una rubia muy baja.- Y ella Marce.- dijo apuntando a una que me sonreía con alegría, de pelo negro muy liso y ojos oscuros.
-        -  No te dimos una bienvenida.- dijo Marcela.
-      -    Lo sentimos.- corroboró la rubia. - Supongo que necesitas una introducción social al curso.- sonrió casi con malicia.
-          -  Mira. Contigo, somos dieciséis chicas y dieciséis chicos.-
-          -  Vaya simetría, en mi otro colegio éramos veinte chicas y ocho muchachos.- suspiré, Marcela se rió.
-          -   Bueno, de las doce chicas a parte de nosotras, hay tres grupos. En uno están, Rafaela, Ana y  Gabriela, son todas presumidas y arrogantes, son algo asó como “las populares”, yo no me metería con ellas.- me dijo Catalina.-  En otro están a las que se les paró el reloj del crecimiento cerebral, que son Javiera, Fernanda, Sofía, Blanca Nieves y Rocío.-
-          -¿Blanca Nieves?-
-         - Las cinco se creen princesitas de Disney, y como ella se llama Blanca aprovechamos de usarlo en su contra.-
-          -Vale.-
-         - Y las otras cuatro son simpáticas pero un poco… “cerradas”, digamos, “exclusivas”.  Vendrían siendo Cony, Marianela, Natalia y Andrea.- dijo Marcela.
-          -Vale, me quedó todo claro.-
-          -Bueno, y los chicos.- sonrió Ema casi soñadora.- Son mitad y mitad. Guillermo, Daniel, Ricardo, Joaquín, Felipe, Martín, Cristián y Marcos son los populares. Son simpáticos y todos guapos y  buenos para el deporte.-
-         -  Lo único malo es que tienen una leve inclinación por las prostitutas.- bufó Cata.
-          - ¿Sociales o de profesión?- las tres se rieron de que entendiera tan bien lo que quería decir.
-          -Sociales.-
-       -   Bueno, y el otro grupo son una sarta de nerds que pasa todo el día en el computador y/o hablando de sus juegos.  Y… A veces jugando a la pelota. Vendrían siendo Sebastián, Marcelo, Alejandro, Miguel, Juan Pablo, Andrés y Roberto.- Dijo Cata.
-          - Se les olvidó Ignacio.- Dijo Marcela.- Es algo así como un auto marginado. Es simpático pera casi nunca habla con nadie. Es una especie de… “ermitaño”.-
-          - Bueno, y ahora la sección de cotilleos.- se rió Ema.- Hay que ponerla al tanto de las parejas dentro del curso ¿o no? No se vaya a entusiasmar con alguno que esté ocupado.- se volvió a reír. – Bien, te daremos la cátedra. - No son muchos.-
-          - Felipe sale con Marianela hace un par de años.-
-          - Juan Pablo con Javiera.-
-         - ¿A ella no se le había parado el reloj y eso?-
-          -Sí, menos cuando se trata de chicos.-
-          -Marcelo con Blanca Nieves y Martín conmigo.- sonrió contenta Ema.
-         - Les faltó Ricardo.- dijo Marcela. Fue como un balde de agua fría. Me había estado coqueteando, ¿O era mi idea? ¡Y tenía novia!- Ricardo sale con Natalia.-
-          - ¿No habían terminado?-
-         - No, volvieron en San Valentín.- diría que entonces me cayó como una especie de tina completa de agua del Ártico.
-         - ¿Salen o son novios?- me atreví a preguntar casi en un susurro.
-          -Son novios.- me respondió Marcela.- Hace años. Varios. Diría que tres.-
-          -¿Desde sexto básico?-
-          -Sí, eran muy amigos, y después simplemente empezaron a andar de la mano.-
-          -Sí, pero recién el año pasado empezaron a besuquearse frente a todo el mundo.-
-          -Tú y él ya parecen amigos, ¿hablaron un rato en matemáticas o no?- me reí poniéndome un poco colorada.
-       -   No-no somos así como amigos, pe-pero me cae bien.- dije con rapidez.- Y… De las súper populares que dijeron, ¿ninguna tiene novio o salen con universitarios?- las tres se rieron.
-          - ¿Recuerdas que te dije algo de las prostitutas sociales?- sonrió Catalina. Tocaron dos campanadas ahora, las tres muchachas se pusieron de pie.
-          - Un gusto conocerte. Me caíste muy bien.- sonrió Marcela.
- A mí también.- dijo Catalina, y Ema asintió sonriendo.   "